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![]() ![]() ![]() INICIA LA CUARESMA 9 de Marzo Introducción: Cuaresma y Triduo Pascual La Cuaresma es un tiempo litúrgico que comienza el Miércoles de Ceniza. Es un tiempo de preparación a la Pascua y termina el Jueves Santo después de mediodía. Tiene una duración, como lo indica su nombre, de cuarenta días, más los cuatro introductorios. Los adultos que van a ser bautizados en la Vigilia Pascual, afinan su disposición a recibir el Sacramento que los va a unir a Cristo y los va a hacer miembros de la Iglesia. Los que ya están bautizados, se preparan para celebrar la muerte y resurrección de nuestro Salvador. La Palabra de Dios y aun los signos externos (ceniza, color morado de los ornamentos litúrgicos) van dirigidos a provocar cambios importantes en la vida: mayor fidelidad al Señor, capacidad de renuncia a lo innecesario, generosidad solidaria con los necesitados, disposición a acompañar a Jesús en el sufrimiento, cuando lo requiera nuestro compromiso de cristianos… La cuaresma es un verdadero sacramento –signo eficaz- de la salvación pascual: Cristo nos quiere comunicar, en este año concreto, su vida pascual. Cuarenta días de gracia en que somos invitados a una mayor oración y una escucha más atenta de su Palabra, a recordar nuestro Bautismo y a celebrar también nuestra reconciliación con Dios. Es uno de los tiempos en que más urgentemente somos invitados a confrontar día tras día nuestra existencia con la Palabra de Dios, para renovarnos de cara a la Pascua. Pidiendo y buscando el cambio de mentalidad (metánoia). Cuaresma y Pascua forman un único movimiento: cuarenta días de camino hacia la cruz, y cincuenta días de camino hacia la plenitud del Espíritu. Por eso lo más importante de la Cuaresma es la Pascua. El paso a través de la cruz hacia la vida nueva. A la Pascua que inauguró Cristo Jesús hace casi dos mil años, le falta que sea también nuestra Pascua, que nos configuremos a él en su camino pascual, con todas sus consecuencias. Como lo diría san Pablo: “Completo en mi cuerpo lo que le falta a la pasión de Cristo” (Col 1, 24). ¿Qué es la Cuaresma? Viene del latín (quadragésima), el día cuadragésimo antes de Pascua. Es el tiempo de preparación “por el que se asciende del monte santo de la Pascua”, como lo describe el Ceremonial de los Obispos (n.249). Empieza el Miércoles de Ceniza y concluye el Jueves Santo por la tarde, antes de la Misa Vespertina de la Cena del Señor, con la que se inaugura el Triduo Pascual. La Cuaresma se organizó a partir del siglo IV. Su historia anterior no está muy clara. Parece que el germen original fue el ayuno pascual de dos días, el Viernes y Sábado antes del Domingo de Resurrección, espacio que poco a poco se fue alargando. En Roma la Cuaresma ya estaba constituida entre los años 350 y 380. Comenzaba originalmente en domingo. Durante los siglos VI-VII el ayuno fue la característica determinante, y como los domingos no se ayunaba, se adelantó su inicio al miércoles anterior al primer domingo, que luego se llamó “de Ceniza”, para que la Pascua estuviera precedida por cuarenta días de ayuno efectivo. El tiempo de Cuaresma como preparación de la Pascua se basa en dos pilares: por una parte está la contemplación de la Pascua de Cristo, por otra, la participación de los fieles en la Pascua del Señor a través de la penitencia personal y de la celebración de los sacramentos pascuales – Bautismo, Confirmación, Penitencia- con los que incorporamos nuestro “camino pascual” a la Pascua del Señor. Otro matiz corresponde a la Iglesia como pueblo sacerdotal: el cuidado –catequesis y oración- de los niños que se preparan a la Confirmación y Primera Comunión, y la oración por los pecadores para que alcancen la conversión. Tiempo de arrepentimiento La cuaresma comienza el miércoles de ceniza y termina antes de la misa de la cena del Señor el jueves santo. Son 40 días de preparación para la Pascua. La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su muerte y resurrección. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo Judío por el desierto y los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto. A lo largo de este tiempo, los fieles católicos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión. La Cuaresma tiene cinco (5) domingos más el Domingo de Ramos (seis en total), en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la misa católica no se canta el “Gloria” al final del acto penitencial (excepto el jueves santo, en la misa de la cena del Señor), ni el “Aleluya” antes del evangelio. El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado al duelo, la penitencia y el sacrificio a excepción del cuarto domingo que se usa el color rosa y el Domingo de Ramos en el que se usa el color rojo referido a la Pasión del Señor. Un tiempo de preparación para la Pascua Cada día, siguiendo el ejemplo de Jesús, debemos retornar nuestro camino hacia Dios y volvernos más cordiales para con los hermanos. Por esto, todos los domingos, la Iglesia nos invita a despertar en nosotros el recuerdo de la Pasión y de la Resurrección del Señor, mediante la participación a la Eucaristía. Pero nuestra fragilidad espiritual es tal que, muy pronto, nuestra existencia cae en la rutina, en la costumbre. Absorbidos por las preocupaciones diarias, olvidamos la importancia de los propósitos que nos hemos propuesto. Debemos tomar otra vez la oración y la reflexión. Esto ahora es posible gracias a tantas iniciativas que se desarrollan en las parroquias: los retiros, los encuentros de estudio de la Sagrada Escritura, obras de caridad, etc., a los que continuamente estamos invitados. Durante la Cuaresma estamos llamados con la Iglesia universal a participar a un tiempo decisivo que nos prepara a vivir más intensamente las fiestas pascuales. La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Debemos hacer un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual. La Ceniza Imposición de la ceniza, este día, que es para los católicos día de ayuno y abstinencia, igual que el Viernes Santo, se realiza la imposición de la ceniza a los fieles que asisten a misa. Estas cenizas se elaboran a partir de la quema de los ramos del Domingo de Ramos del año anterior, y son bendecidas y colocadas sobre la cabeza o la frente de los fieles como signo de la caducidad de la condición humana; como signo penitencial, ya usado desde el Antiguo Testamento; y como signo de conversión, que debe ser la nota dominante durante toda la Cuaresma. En el rito católico la imposición de la ceniza es realizada por el sacerdote sobre los fieles. El sacerdote puede hacer una cruz con la ceniza en la frente de los fieles o dejar caer un poco de ceniza en su cabeza. En el caso de los clérigos se puede aplicar en la tonsura. Mientras lo hace puede emplear una de las siguientes frases extraídas de las Escrituras: 1.Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida (Gén. 3:19) 2.Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás (Gn. 3:19) 3.Arrepiéntete y cree en el Evangelio (Mc. 1:14-15) Es costumbre dejar y no lavar la ceniza hasta que esta desaparezca por sí misma. |
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