
SAGRADAS ESCRITURAS
Introducción:
A través de los tiempos la Iglesia siempre ha rendido una especial veneración a la Sagrada Escritura, similar a la que le ha rendido al Cuerpo de Cristo, pues la Sagrada Liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del cuerpo de Cristo. En la Sagrada Escritura junto con la tradición, la Iglesia ha basado la norma de su fe, puesto que fue inspirada por Dios, y una vez escrita, nos transmite indudablemente la palabra del mismo Dios; la voz del Espíritu Santo se hace viva en la inspiración que llevó a los apóstoles y profetas a complementar la Sagrada Escritura. Es así como la predicación y la religión cristiana se nutre y guía en los textos sagrados. Es tan fuerte el poder de la palabra de Dios que constituye el pilar de la Iglesia, es el sustento de la fe de los fieles y alimento eterno para la vida espiritual. A través de los Libros Sagrados el Padre conversa lleno de amor con sus hijos, transmitiendo vigor y confianza en su presencia.
Debemos calificar de manera especial a las Sagradas Escrituras como puesto que la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que cualquier espada de dos filos: y que entra y penetra hasta los pliegues del alma y del espíritu, hasta las junturas y tuétanos, y discierne y califica los pensamientos, y las intenciones más ocultas del corazón. (Heb 4, 12), y ahora por último os encomiendo a Dios, y a la palabra o promesa de su gracia, a aquel que puede acabar el edificio de vuestra salud y haceros particular de su herencia con todos los santos. ( Ac 20, 32)”.
El Concilio Vaticano II, de manera muy especial recomienda la lectura asidua de la Biblia, pues es de gran alimento para la vida espiritual.
LA BIBLIA Y SUS LIBROS
Biblia, es plural del griego biblion, significa libritos u opúsculos, y es aquel conjunto de escritos o narraciones, profecías, historias, etc., de diversas épocas, en ocasiones distantes, que han sido agrupados para conformar de esta manera las Sagradas Escrituras. Éstas se dividirán en dos partes fundamentales: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Testamento es el pacto o alianza de Dios con los hombres.
ANTIGUO TESTAMENTO
Desde un inicio el Poder de Dios se hizo presente en la creación del mundo y su obra especial que fue la humanidad, los hombres que han sido fieles y siervos de Dios, como Noé, Abraham, Isacc, Jacob, después en otra generación Moisés primer gobernador y líder para el pueblo de Dios “Israel”, Josué segundo gobernador para el pueblo de Dios y los reyes Samuel, Saúl, David, Salomón entre otros fueron elegidos para dar testimonio de la existencia de Dios.
En estos tiempos hacia el siglo XXI el Poder de Dios se hace presente en nuestras vidas, en primer lugar “la existencia humana”, el hecho de estar bien y sentirse bien es una bendición de Dios. Tenemos grandes anhelos, objetivos, metas, proyectos, planes de trabajo, etc. Que sólo con la buena voluntad de concluirlos y para bien del hombre mismo, todo queda preparado y señalado porque es la divina voluntad de nuestro Dios Padre.
La primera alianza la hizo Dios con Abraham; y escogió al Pueblo Judío para que conservarán y transmitieran la verdadera religión. La manifestación hecha a Abraham se fue continuando a través de la historia de Israel hasta llegar a la meta, que era el Mesías, Cristo, el Redentor, no sólo del Pueblo Escogido sino de toda la humanidad.
Antes de morir, el Redentor fijó un Nuevo Testamento, una Nueva Alianza que celebró solemnemente en la Última Cena al decir a los discípulos: Esta es mi Sangre, la del Nuevo Testamento, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados (Mt 26, 27; Lc 22,20; 1 Cor 11,25).
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Los libros que componen el Antiguo Testamento son 46 (aunque a veces se juntan las Lamentaciones de Jeremías con su Profecía, dando lugar a 45 libros) que suelen agruparse en tres grandes grupos: históricos, didácticos y proféticos. La edición oficial de la Iglesia los presenta en el siguiente orden:
Génesis |
1 Paralipómenos |
Éxodo |
(Crónicas) |
Levítico |
1 Esdras |
Números |
2 Esdras (Nehemías) |
Deuteronomio |
Tobías (Tobit) |
Josué |
Judith |
Jueces |
Esther |
Ruth |
Job |
1 Reyes (1 Samuel) |
Salmos |
2 Reyes (2 Samuel) |
Proverbios |
3 Reyes (1 Reyes) |
Eclesiastés |
4 Reyes (2 Reyes) |
Cantar de los Cantares |
2 Paralipómenos |
Sabiduría |
(Crónicas) |
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Entre paréntesis se encuentran los nombres dados en otras traducciones.
La clasificación en libros históricos, didácticos y proféticos según la edición oficial de la Iglesia divide los libros del Antiguo Testamento de esta manera:
Pentateuco (cinco libros): Gn. Ex. Lv. Nm. Dt.
Libros Históricos del AT: Jos. Jue. Rt. 1-4 Re. 1-2 Par. 1-2 Esd. Tob JDT. Est.
Libros Didácticos del AT: Jb. Sal. Prov. Ecl. Cant. Sap. Edo.
Libros Proféticos: Is. Jer. Lam. Bar. Ez. Dan. S.J.1. Am. Abd. Jon. Miq.
Nah. Hab. Sof. Ag. Zac. Mal.
Libros Históricos recientes del AT: 1-2 Mac
Muchas ediciones modernas de la Biblia – traducciones- colocan el Pentateuco y los dos libros de los Macabeos entre los históricos, con lo cual estos dos últimos se sitúan detrás del Libro de Esther.
Origen de los libros del AT
II. Los libros del AT no fueron escritos de acuerdo a la cronología, lo que sí está claro es que:
a)Moisés escribió la ley, y la entregó a los Sacerdotes para que la custodiaran cerca del Arca (Dt. 31, 9-113. 24-26).
b)Josué, luego que renovó el Pacto con Dios, añadió algunos preceptos al Libro de la Ley (Jos. 24-26).
c)Samuel escribió la Ley del Reino y la colocó junto al Señor” (1 Re. 10, 25), es decir, junto al Arca con la Ley.
d)Josías, rey (a. 621 a. C) escribió en el Templo la ley, y renovó el Pacto con Dios (4 Re. 23, 1-3; 2 Par. 34, 29-32)
e)Esdras (después del destierro, 455 a. C.) leyó al pueblo la Ley y juró cumplirla (3 Esd. –Nehemías- 8-10).
Posteriormente Ezequías, en el s. VIII a. C., mandó reunir las Parábolas de Salomón (Prov. 25, 1) y que los Levitas cantasen en el templo los himnos (Salmos) de David y Asaph (2 Par. 29-30). – Los profetas posteriores conocían a los anteriores, pues los citan con frecuencia; y expresamente lo atestiguan Daniel (Cfr. Miq. 4, 1-3; Is. 2, 2-4; Dan. 9, 2). En el s. y. Nehemías edificó una biblioteca (2 Mac. 2, 13); y Judas Macabeo recogió también lo perdido (y, 14). En el s. II a. C., Jesús, hijo de Sirach (c. 200) ensalza de tal manera a los varones ilustres del pueblo de Israel, que fácilmente se entiende que ya existían, además de la ley y los profetas, gran parte de los Libros hagiográficos (Salmos, Proverbios, Esdras, Nehemías); cfr. 47, 11-12. 17-18; 49., 13-15); y hacia el año 132 a. C. el sobrino de Jesús, Sirach, en el prólogo al Eclesiástico habla de la ley, los profetas y otros libros.
Fueron los Judíos quienes con esmero guardaron lo que hoy llamamos Antiguo Testamento. La primera compilación se hizo en tiempos de David o de Salomón (hacia el año 1000 a. de C). Habían desde tiempo atrás muchas narraciones e historias de lo sucedido con el pueblo de Israel.
III. Apócrifos del AT
Apócrifo significa escondido, de esta manera antiguamente se consideraba así a todo lo sagrado, ya que era tema solo de elegidos, es decir no estaba abierto a los profanos. En la actualidad se llama apócrifo a todo libro que sin ser sagrado se pretende hacerlo pasar, son un gran número, y en la edición oficial de la Iglesia se omiten, sin embargo algunos son aceptados al ser incluidos al final como, por ejemplo, los Libros 3 y 4 de Esdras y la Oración de Manases.
IV. Los libros perdidos.
En la lectura de la Biblia se encuentran referencias a libros que no aparecen en la versión de ésta. Se trata de libros que pudieron ser Sagrados y que no se conservan. Podemos citar entre otras las siguientes referencias:
Libro de las palabras de los días de los Reyes de Judá (3 Re. 11,29 s).
Libro de las palabras de los días de los Reyes de Israel (3 Re. 14,19).
Libro de Semeias profeta (2 ar. 20,34).
Libro de Jasón de Cirene (2 Mac. 2,24). Palabras del Profeta Nathan (1 Par. 29,29; Par. 9,29)
El Antiguo testamento en la biblia inicia en el Génesis y termina en Macabeos.

NUEVO TESTAMENTO
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Libros del Nuevo Testamento
La edición oficial de la Iglesia divide los libros del Nuevo Testamento en 4 grandes grupos:
Libros Legales: Evangelios según Mt. Mc. Lc. Jc.
Libros Históricos: Hechos de los Apóstoles
Libros Didácticos (Poéticos): Cartas de S. Pablo: Rom. 1-2 Cor. Gal. Ef. Filp. Col. 1-2 Tim. Tit. Flm. Heb., Carta de Santiago, 1-2 Pe. 1-3 Jn. Jds.
Libro Profético: Apocalipsis de San Juan.
Los libros del Nuevo Testamento son 27:
Evangelios
Mateo |
Mt. |
Marcos |
Mc. |
Lucas |
Lc. |
Juan |
Jn. |
Hechos de los Apóstoles (Actos de los Apóstoles) Act. (Ac) Cartas de San Pablo a:
Romanos |
Rom. |
1 Corintios |
1 Cor. |
2 Corintios |
2 Cor. |
Gálatas |
Gal. |
Efesios |
Ef. |
Filipenses |
Flp. |
Colosenses |
Col. |
1 Tesalonicenses |
1 Tes. |
2 Tesalonicenses |
2 Tes. |
1 Timoteo |
1 Tim. |
2 Timoteo |
2 Tim. |
Carta de Santiago Sant.
1 Pedro |
1 Pe. |
2 Pedro |
2 Pe. |
1 Juan |
1 Jun. |
2 Juan |
2 Jun. |
3 Juan |
3 Jun. |
Judas |
Jds. |
Apocalipsis |
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Jesús de Nazaret, hijo de Dios hace su presencia en la segunda generación de las “Santas Escrituras” de que lo que viene por cumplirse sé cumplirá, enviado por Gehóva a la tierra y encarnado en María la Virgen para la Salvación del Mundo.
Jesucristo no dejó nada escrito, sólo predicaba y muchas veces sus actos fueron acompañados de milagros. A su vez los apóstoles tenían como misión el ir a predicar el Evangelio (o Nueva Buena) y tal vez para preservar las enseñanzas, se haya decidido dejar el legado escrito, muy posiblemente con el ánimo de que la palabra original no fuese transformada por la tradición oral, preservando de esta manera el mensaje original.
Tal vez los Apóstoles a medida que Jesús predicaba fueron tomando notas, siendo estas de diversos motivos. Algunas podrían ser resúmenes de predicaciones; otras, notas sueltas de parábolas o hechos que se pretendían conservar para evitar futuras deformaciones de la verdad, y, por último, oraciones de textos que serían utilizados luego para reuniones litúrgicas. De allí los que se consideran evangelios sinópticos, por ser muy parecidos pero desde puntos de vista diferentes, y son los de Lucas, Mateo y Marcos.
Solo hasta su ancianidad Juan se decidió a escribir sus Evangelios, con una visión diferente y con inconmensurable amor a Jesús, llamándolo Dios.
En cambio, Pablo era el viajero que se dedicaba a fundar pequeños asentamientos con los cuales mantenía una constante comunicación por medio de cartas, las cuales eran leídas y copiadas para su distribución. Su ejemplo fue seguido más tarde por otros apóstoles como Juan, Pedro, Santiago y Judas. Como se expresó anteriormente, no es fácil determinar ni el tiempo ni la cronología en que fueron escritos; sin embargo, se contempla que tal vez el primer escrito fue la Primera Carta de San Pablo a los Corintios que se puede situar en el año 51; los últimos se atribuyen a Juan, alrededor de 95 cuando redactó el Apocalipsis, y se hallaba desterrado en la isla de Patmos. Finalmente escribió su evangelio y las tres cartas:
II. Deuteronómicos: Se llamó así a los libros que algunos autores antiguos pusieron en duda su autenticidad. La Carta de los Hebreos, la Carta de Santiago, las dos Cartas de Pedro, 2ª. Y 3ª. De Juan, Judas y el Apocalipsis. Sin embargo, esta duda duró poco.
III. Apócrifos del N1: Son muchísimos y muy variados, pues incluyen Hechos, Evangelios, Cartas, etc. Se destacan de manera especial unos libros llamados Marianos por su inspiración en la Virgen, particularmente, su muerte y asunción. Son conocidos como apócrifos marianos.
IV. Libros Perdidos: Parece que no se ha extraviado ningún libro del Nuevo Testamento, aun cuando se presentó una confusión, basados en una mención que hace Pablo en una carta a los Laodicenses, pero es de consenso general que esta no es más que una copia de la carta que Pablo envió a los Efesos de manera circular.
El Nuevo testamento, inicia en Mateo y termina en Apocalipsis.
C. LA LITERATURA DE LA BIBLIA
La Iglesia considera todos los libros como Sagrados, pues se dice que fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo y tiene a Dios como autor, habiendo sido confiados a la Iglesia.
Vale la pena anotar que inspiración difiere bastante de dictado, por lo cual no se considera palabra textual de Dios, como un jefe dicta a su asistente o secretaria.
Se llama hagiógrafos a los autores de los Libros Sagrados, es decir escritores santos. Siendo variado el número de escritores, también lo es los diversos géneros literarios que encontramos en la Biblia:
Histórico. Son aquellos que narran sucesos reales, como el nacimiento de Jesús, la Pasión, y tantos otros sucesos de los cuales está llena la Sagrada Escritura.
Poético o hímnico. Es el que hace por medio de cantos, poemas o himnos; muestra de ello son los Salmos y el Cantar de los Cantares.
Novela. Son aquellos en que no se trata de narrar una historia propiamente dicha, sino de analizar un asunto particular. Ejemplo de este género es el Libro de Job, que la Iglesia no coloca entre los históricos, sino entre los didácticos.
Profético. Es una forma de enseñar a orar, usando un lenguaje vivencial.
D. INTERPRETACIÓN DELA BIBLIA
Se debe prestar mucha atención a las interpretaciones que de la lectura de las Sagradas Escrituras se quiera hacer, pues uno es el sentido que el hagiógrafo le dio y otro lo que Dios quiso dar a entender.
El Vaticano II nos advierte: “El intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios quería dar a conocer con dichas palabras” (Dei Verbum 12). Dos son, pues los sentidos que la Escritura tiene: lo que el autor (hagiógrafo) quiso decir y lo que Dios nos da a conocer. No es menester que el hagiógrafo supiera sino lo que Dios quería dar a conocer, pero siempre sabía lo que Él decía. Caifás –en el caso antes aducido- sabía perfectamente qué se decía, pero ignoraba el sentido pleno y profético de su vaticinio. De la misma manera, el autor del tercer capítulo del Génesis, después de narrar el pecado de Adán y Eva, presenta a Dios conminando a la serpiente con estas palabras: “Pondré enemistades entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; ella quebrará tu cabeza, y tú acecharás a su talón” (Gén. 3, 15).
Comprendía el sentido que Dios quería dar a estas palabras, señalando a María, la madre del Redentor.
Probablemente no, y sin embargo entendía muy bien lo que él ponía en boca de Dios. Este es pues, el llamado sentido pleno, que es un sentido que encierra las palabras (por tanto es literario), pero que no responde tal vez al que entendía literalmente el hagiógrafo, sino al que el Espíritu Santo pretendió. Como se ve el sentido literal (lo que significan las palabras) pueden ser doble: el que las palabras expresan en su sentido obvio según el contexto, y el que el Espíritu Santo ha querido dar a aquellas palabras. A este sentido literal se contraponle sentido figurado, místico, alegórico, acomodaticio. Estos sentidos se refieren a interpretaciones que podemos hacer acomodando el sonido de las palabras, o dándoles un sentido espiritual, etc. En tales casos –la liturgia los emplea frecuentemente no se pretende adulterar el sentido auténtico de la escritura, sino enriquecer su valor.
E. ORIGINAL Y TRADUCCIONES.
El cuerpo más antiguo de la Biblia y del Antiguo Testamento se escribió en hebreo, lengua semita, que escribió unos 500 años antes de cristo y fue sustituido por el arameo. Algunos libros posteriores fueron redactados en griego, y también existen algunos fragmentos de Daniel en caldeo o babilónico. El Nuevo testamento está íntegramente escrito en griego, no el clásico si no el llamado Koiné o vulgar, que corresponde a la época en que fue escrito. Se supone – aunque hoy día lo ponen en duda algunos escrituritas – que san Mateo redactó su Evangelio en arameo. Sea lo que fuere, lo cierto es que ese texto arameo no se ha conservado.
Como para el Antiguo Testamento se vio muy pronto – al ir desapareciendo el hebreo- y, sobre todo, al extenderse la cultura, religión y comercio judío por el mundo de lengua helena la necesidad de traducir a la lengua griega las Sagradas Escrituras, de la misma manera, al difundirse el Cristianismo por todo el mundo, los nuevos cristianos se vieron en la precisión de traducir a sus lenguas propias (latín, persa, etiópico, copto, siríaco, etc. ) los textos sagrados.
En occidente, mientras el pueblo hablaba sus idiomas nativos (ibérico, púnico, etc) que iban poco a poco desapareciendo absorbidos por el latín, los eruditos e intelectuales preferían el griego. Por esto San Pablo empleaba esta lengua para escribir a los Romanos San Pedro desde Roma escribía en la Koiné Flavio Josefo dedicaba sus libros de historia a los Emperadores Vespasiano y Tito, redactados en griego; y en esta lengua escribieron todos los escritores eclesiásticos occidentales hasta el s. II en que Tertualiano emplea el griego y el latín para sus libros.
Se imponía la traducción a las lenguas populares y sobre todo el latín en Occidente. Prescindiendo de las traducciones orientales, y ateniéndonos solamente a las latinas, al principio no hubo una traducción universal o única. Parece que en cada región o nación se hacían traducciones totales o parciales en un latín poco culto. Para los eruditos crea un problema de difícil solución al querer trazar como un árbol genealógico del proceso de las traducciones.
Lo que consta con certeza es que en tiempo del Papa español San Dámasco (366-384) existían una multitud de traducciones, no siempre fieles; y que todos deseaban llegar a la uniformidad.
Por esto el Sumo Pontífice encargó al erudito San Jerónimo, doctísimo en las letras lenguas latín, griego y hebreo, que hiciese una traducción fiel y precisa de toda la Biblia. San Jerónimo, quiso conservar en lo posible los textos existentes, y se limitó a confrontar las traducciones con los originales y ajustarlas a ellos. Así salió la traducción latina, llamada comúnmente VULGATA, que se impuso como texto universal, y que el concilio de Trento declaro autentica, es decir, que traduce con fidelidad el texto primigenio. Este es el texto oficial de la Iglesia Católica. Conservando la VULGATA su plena autoridad y oficialidad, modernamente – ya desde el tiempo del protestantismo, que rechazaba el valor de la VULGATA – se han intentado y realizado, con mayor o menor acierto, traducciones sobre los textos originales directamente, ya que después del Concilio Tridentino las traducciones en lengua vulgar se hacían a base de texto latino de la VULGATA.
La discusión es si el autor fue realmente Féliz Torres Amat o el Jesuita Petisco. Si el primero utilizó los papeles que Petisco dejó al ser desterrado con todos los Jesuitas españoles por Carlos III, su versión seria digna del elogio, pues Petisco dominaba perfectamente la lengua griega, la hebrea, la caldea, la siríaca, la árabe y latina, y había durante muchos años enseñado Sagrada Escritura, siendo un asiduo estudioso de esta. Se ha mantenido esta traducción, acompañada de las ilustraciones de Doré y un sin número de laminas a color y valiosas oraciones.