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SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES (S)

 
 
 
29 de Junio
 
EL SEÑOR ME LIBRÓ DE TODOS MIS TEMORES
 
Cuando Pablo escribe la segunda carta a Timoteo se siente a punto de morir y abandonado por sus amigos; pero no ha podido nada de su fe, de su confianza, de su valor para hablar en toda ocasión. Quiere morir como ha vivido. Su agonía es una lucha, y él está seguro de la victoria. La muerte para Pablo es la hora de la verdad. El Apóstol sabe que la hora de su sacrificio está cercana; se encuentra en el atardecer de su vida; pero sabe también que ésa será la hora de su entrada en el Reino celestial, donde le espera una corona que nunca se marchitará.
 
Pedro afirma su fe en el Mesías, y Jesús lo constituye fundamento de la Iglesia. Lo que Pedro ha afirmado –dice Jesús- no procede del hombre, cuya naturaleza es material y limitada; le ha sido inspirado por el Padre. Al cambiar el nombre de Simón por el de “roca”, Jesús indica cuál es su papel en la fundación de la Iglesia: Pedro será elemento de solidez y de cohesión en la asamblea de los creyentes. Construida sobre estas bases, la Iglesia no deberá temer a las potencias del mal y de la muerte. A Pedro dará Cristo el poder de “atar y desatar”. Lo que estas metáforas significan son los poderes de condenar o prohibir, por una parte; de absolver o permitir, por la otra. La teología católica ve aquí el fundamento del primado de magisterio y de jurisdicción de Pedro en la Iglesia.
 
MISA

 
  1. Antífona de entrada.- Demos gracias a Dios en esta festividad de san Pedro y san Pablo, que con su sangre fecundaron a la Iglesia, participaron de la pasión del Señor y se convirtieron en amigos suyos.
Se dice Gloria
 
  1. Oración colecta.- Dios nuestro, que nos llenas de santa alegría con la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, haz que tu Iglesia se mantenga siempre fiel a las enseñanzas de estos apóstoles, de quienes recibió el primer anunció de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo…
 
 
  1. 1ª Lectura  (Hech 12, 1-11)
 
Del libro de los Hechos de los Apóstoles

En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la comunidad no cesaba de orar a Dios por él.

La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: “Levántate pronto”. Entonces las cadenas que le sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: “Cíñete la túnica y ponte las sandalias”, y Pedro obedeció. Después le dijo: “Ponte el manto y sígueme”. Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando.

Pasaron el primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.

Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: “Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran”. Palabra de Dios.

 
  1. Te alabamos, Señor.
 
  1. Salmo responsorial  (Sal 33)
R. El Señor me libró de todos mis temores.

L. Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. / R.

L. Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. / R.

L. Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. / R.

L. Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él. / R.

5. 2ª Lectura  (2 Tim 4, 6-8. 17-18)

De la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo

Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.

Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeron todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino celestial.
Palabra de Dios.

 
  1. Te alabamos, Señor.
6.Aclamación antes del Evangelio   (Mt 16, 18)

R. Aleluya, aleluya.- Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.

R. Aleluya, aleluya.

7. Evangelio  (Mt 16, 13-19)
+Del santo Evangelio según san Mateo

 
  1. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor.

 
  1. Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo

8. Oración sobre las ofrendas.- Acepta, Señor, los dones que te presentamos y, por intercesión de san Pedro y san Pablo, concédenos celebrar este sacrificio íntimamente unidos a ti en la fe y en el amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

9. Antífona de la comunión.- Dijo Pedro a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (Mt 16, 16.18).

10. Oración después de la comunión.- Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, haz, Señor, que la participación perseverante en el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, y la fidelidad a la doctrina de los apóstoles nos conserven unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

LA PALABRA EN TU VIDA
Pedro, roca; seguridad y firmeza para nuestra fe.
Pablo dinamismo, conquista, comunicador apasionado de Cristo.
Las dos tareas de todo cristiano: fe que se expresa en amor que renueva al mundo.
 
 

 

 

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