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FESTIVIDAD DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
 

¿Qué es la Navidad?

Es un término de origen latino que significa nacimiento, y da nombre a la fiesta  que se realiza con motivo de la llegada de Jesucristo a nuestro mundo, que es “Amor”, que se refleja en todos para dar y recibirlo, la navidad se traduce de ese amor en: felicidad, paz, reflexión, convivencia, amistad, alegría, todo esto para tener una cercanía con Dios dentro de nuestros corazones.


25 de Diciembre
 
La Natividad, además de ser una celebración solemne el día 25 de diciembre (que empieza desde la víspera) es un tiempo que la Iglesia dedica a meditar el maravilloso acontecimiento de Belén.

Jesús, el Hijo de Dios, nació de Santa María Virgen para salvar a la humanidad entera: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros”.

El color de los ornamentos litúrgicos es el propio de las más grandes solemnidades: el blanco. El Tiempo de Navidad termina con la celebración del Bautismo del Señor.

La Palabra de Dios en los domingos de este tiempo nos lleva a comprometernos para que nuestra vida de familia refleje la armonía y generosidad de la familia de José, María y Jesús; nos ayuda a meditar en que la Encarnación y el Nacimiento de Jesús (la luz verdadera) son los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad, junto con la Resurrección; además nos recuerda que el regalo de conocer el nacimiento de Jesús es también una tarea de la Iglesia y de todos los cristianos: hemos de manifestar (epifanía) a los demás este gozo definitivo.

 
A principios del siglo IV, en Roma, aparece la fiesta de la Natividad del Señor el 25 de diciembre. Hasta entonces, en el calendario cristiano, sólo se celebraba la Pascua semanal (todos los domingos) y la anual. En Oriente, en este mismo siglo IV, hay testimonios de que se había organizado una celebración cristológica el 6 de enero, la Epifanía. En el mismo siglo se inició un intercambio de estas dos fiestas: en Occidente se aceptó la Epifanía y en Oriente la Navidad.

El Tiempo de Navidad constituye un periodo festivo prolongado, y debe guardar su debido equilibrio celebrativo en relación con las fiestas pascuales.
Esta faceta tiene especial importancia ante la realidad innegable de que, para muchos, Navidad continua siendo la fiesta más importante del año.

La Epifanía es una de las fiestas más importantes de nuestro año cristiano, y celebra las manifestaciones de Cristo Jesús. Es una palabra griega que viene de epi y faino, brillar, manifestarse.
Terminamos la Navidad con la escena que da inicio a la misión pública de Jesús: su Bautismo en el Jordán, donde recibe la confirmación oficial de su mesianismo. Del Niño recién nacido pasamos al Profeta y Maestro que nos ha enviado Dios y que va a comenzar su misión.
 
Natividad, acortación de Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, es por antonomasia la conmemoración litúrgica del nacimiento de Jesús en Belén de Judá. Es celebrada por la Iglesia católica con carácter de solemnidad en la noche del 24 al 25 de diciembre, extendiéndose a las llamadas Misas del día. En la liturgia, la celebración de la Natividad inaugura el llamado tiempo de Navidad. En Occidente empezó a conmemorarse a mediados del siglo IV; se celebró por primera vez en Constantinopla en el año 379.
 
Por extensión, se denomina Natividad a un tema tratado abundantemente en las artes pictóricas, a partir del arte paleocristiano y bizantino de los siglos V y VI, tema que adquiere su máximo desarrollo en el arte medieval, como parte del ciclo referido a la vida de Jesús.
 
La Natividad como celebración litúrgica. El acontecimiento del nacimiento de Jesucristo es narrado en el Nuevo Testamento por dos evangelistas, Lucas y Mateo, dos de las fuentes bíblicas utilizadas en la celebración litúrgica de la Natividad. El pasaje de Lucas 2:1-14 es utilizado por la Iglesia católica en la Misa de medianoche, también conocida como Misa de Gallo.
 
Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
 
Evangelio de Lucas 2:1-7

Representación del nacimiento de Jesús en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. La narración continúa con una serie de detalles: los pastores que cuidaban sus rebaños por los alrededores reciben la visita de un ángel que les anuncia el nacimiento del Niño que será el salvador y a continuación van todos juntos a adorarle para después proclamar la noticia por todas partes. Un conjunto de detalles anecdóticos como la presencia del buey y la mula no forman parte de los escritos neotestamentarios ni de la celebración de la Natividad, sino que la tradición los incorporó más tarde a partir de los evangelios apócrifos.
 
En cambio, el evangelio de Mateo centra su atención en la genealogía paterna de Jesús. En las celebraciones litúrgicas católicas de la Natividad, el pasaje de Mateo 1:1-25 es leído en la Misa de vigilia, en tanto que el prólogo del evangelio de Juan (Juan 1:1-8) es proclamado en la llamada Misa del día.
 
Comenzó desde el pesebre:

La fiesta de Natividad es una de las más importantes para nuestra fe. Esta celebración despierta en nosotros sentimientos de ternura, de bondad y fraternidad. Los buenos deseos de paz y felicidad abundan por todas partes…, pero es algo más que un bonito sentimiento; es algo más que sólo buenos propósitos y deseos de paz y felicidad.
La forma tan sencilla y discreta en que Jesús se encarnó en nuestra historia, debe decirnos algo más que buenos deseos.
En medio de sus más grandes desgracias, ante el azote de la guerra y del destierro; en medio del temor por perder todo; e incluso el sentirse abandonados por su Dios, el pueblo de Israel siempre recibió, por medio de los profetas, palabras de consuelo y liberación; pero también recibió fuertes llamadas de atención para restablecer la justicia y el respeto entre ellos y para esforzarse en el camino de conversión
Así pues, la promesa de un salvador, acompañó siempre al pueblo de Dios. En ocasiones ese ungido (Mesías) parecía concretarse en la persona de alguno de sus líderes; pero la realidad del Mesías va más allá de toda expectativa humana y alcanza su pleno cumplimiento en la persona de Jesús.
 
La escena del nacimiento de Cristo la tenemos bien presente, conforme nos la describen los evangelios de la infancia. Sin embargo, quizá ha predominado el aspecto romántico y la cueva de Belén ha llegado a perder significado. El hecho de que no tuvieran un lugar para ellos y que Jesús fuera recostado en un pesebre, nos revela que Dios quiso comenzar desde abajo su plan de salvación.
 
Ésta es la primera enseñanza de Jesús, que nace como uno de nosotros, pero sin privilegios; conociendo la realidad humana a fondo, en la pobreza y el rechazo. Desde ahí comenzará la predicación del Reino de Dios.
El anuncio a los pastores del nacimiento de Jesús parece anticipar las palabras que Jesús diría más tarde: “Te bendigo Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los humildes”.
 

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